Nunca antes el puerto de Paita se había paseado por escenarios cinematográficos tan importantes como el festival de Málaga. Escenas que los mortales porteños pasamos por inadvertidas en nuestro día a día, se convirtieron en Hipocampo, la obra del cineasta paiteño Víctor César Ybazeta Guerra quien tuvo la oportunidad de lucirse en España.
Ybazeta es un apasionado del séptimo arte. Para él, el cine le ofrece la oportunidad para expresar sus emociones y sentimientos. Es el lenguaje que necesita para decir lo que piensa a través de imágenes y sonidos. “Solo se me ocurre hacer cine para involucrarme con Paita”, dice.
“Nuestro cineasta no desmaya ni se amilana ante nada. Es un creador por excelencia y ha sido capaz de armar reuniones culturales pro fondos para poder acompañar a su obra donde la lleva el destino. Ha vendido fotografías de la película, ha realizado talleres y, como si fuera poco, ha compartido con sus seguidores y colaboradores su famoso ceviche de mango. ¡vaya sorpresa! Todo con la única finalidad de no perderse cada estreno de su obra, menos la internacional en el festival de Málaga”
Ybazeta se sale de lo convencional y explora nuevas formas ajenas al puerto para producir esta obra llamada Hipocampo, un trabajo fílmico que carece de una narración verbal que la excluye de lo convencional y que reside principalmente en la innovación y en la confianza de sus ideas propias, un trabajo que usualmente ignora el impacto que puede tener la obra en los espectadores y en las expectativas comerciales.
Testigo es la luna, Hipocampo es la primera película en la historia de Paita que, para muchos de nosotros, nos permitió regresar a las épocas del cine Fox, tan perdidas en el tiempo; aquel escenario donde Víctor Ybazeta encuentra un inicio pasional con el arte.
Festivales de cine nacional e internacional donde se ha estrenado HIPOCAMPO
El cineasta sueña con que su obra puede cambiar el mundo. Para él el cine es revolucionario y pedagógico: “En el estreno de Hipocampo pude juntar a los paiteños y hacer que discutan no solo de cine, sino del futuro del puerto”, dice. “Ese es mi pequeño aporte para mi comunidad”.
El cine experimental surgió alrededor de los años 20, pero fue en los años 40 que empezó a tener seguidores en Norteamérica. Pero es en la actualidad donde el cine experimental ha cogido peso en el circuito de festivales, como Málaga, por ejemplo, donde Hipocampo ha brillado con luz propia mostrando al mundo las escenas de la vieja Paita, del presente y también del imaginado futuro que obtuvo a través de la inteligencia artificial.
Con Hipocampo, a través de esa memoria física visible, Víctor Ybazeta intenta inmortalizarnos. Ha logrado una creación experimental, un viaje sensorial, un conjunto de escenas que no solo se ven, sino que se sienten en lo más profundo de nuestro ser. A Víctor Ybazeta no le interesa que a su público local le guste la película, sino que la entendamos y que protestemos como él mismo ha protestado en cada escena y en cada presentación.
En definitiva, Víctor Ybazeta ha mostrado al mundo la figura del puerto, la parte de la memoria y, como él mismo lo ha dicho, intenta hacer hablar a nuestros antepasados a través de su película.
Víctor César Ybazeta Guerra
Llegar al festival de Málaga ha sido una importante presentación de Ybazeta y su Hipocampo, que han tenido la oportunidad de contar con secciones dedicadas a la exhibición de este tipo de películas. Sin embargo, y como es consciente nuestro cineasta, es muy difícil que su film experimental llegue a estrenarse en una sala de cine convencional, lejos del amparo de un festival, simplemente, porque este tipo de trabajo no suelen responder a las exigencias comerciales que requiere la industria del cine. Desafortunadamente, el lenguaje audiovisual no interesa en lo más mínimo a la academia si no es capaz de generar cierto beneficio económico. No obstante, el cine experimental cuenta con buena salud gracias al desarrollo tecnológico que permite conseguir buenos resultados con muy poco presupuesto.
Víctor Ybazeta presentándose en el Festival de Málaga
Ybazeta, después de vivir dieciocho años en la capital y conocer otro mundo, ha decidido regresar para establecerse en estos lares junto con sus proyectos, y está feliz de regresar a su tierra y al lado de los suyos. Tiene proyectos que involucran a la sociedad porteña. Quiere enseñar lo aprendido. Quiere mostrar más de Paita e intenta dejar una huella más profunda de la que ya ha marcado en la historia. Cuánta diferencia con otros paiteños que regresan odiando lo que alguna vez fue parte de su historia personal.
Nuestro cineasta no desmaya ni se amilana ante nada. Es un creador por excelencia y ha sido capaz de armar reuniones culturales pro fondos para poder acompañar a su obra donde la lleva el destino. Ha vendido fotografías de la película, ha realizado talleres y, como si fuera poco, ha compartido con sus seguidores y colaboradores su famoso ceviche de mango. ¡vaya sorpresa! Todo con la única finalidad de no perderse cada estreno de su obra, menos la internacional en el festival de Málaga.
Víctor Ybazeta -ante su última presentación en la ciudad blanca- se describe como un hombre relajado y siempre dispuesto a aprender. Y, a pesar de haber llevado talleres, además de su carrera de fotografía, se reconoce como un autodidacta por naturaleza que no le teme a nada, menos a la tecnología moderna que, dicen, jubilará a los verdaderos artistas. Para él la inteligencia artificial no le asusta; al contrario, la estudia, la entiende y la aprovecha para seguir mejorando.
Ybazeta es un revolucionario por naturaleza. Su propia obra Hipocampo -ha dicho en Arequipa- es una crítica al capitalismo paiteño. “Yo no estoy haciendo el mejor ceviche de Paita, no, no me interesa”, dice. El cineasta se ha comprometido con su tierra y su tiempo. Tiene aspiraciones, sueños y es consciente que si bien hoy se enfrenta a triunfos, también tiene que estar preparado para los fracasos que tendrá que lidiar para convertirse en ese líder que da fuerzas a los suyos.
A través del arte del cine, Víctor Ybazeta se convierte en un estimulador para poder alcanzar lo que deseamos muchos en esta sociedad, la de vivir una vida digna como artista.
