“Si queremos nuevos y mejores actores políticos, personas de respeto y con moral comprobada, urge la necesidad de limpiar el espacio. Una persona que cuida su nombre nunca se va a mezclar con gente que no conoce lo que es la vergüenza y cambia de opinión al ritmo que lo lleva el viento”
En nuestro país existe un creciente descreimiento hacia los actores políticos. Se vota por alguien no por convicción, sino porque hay que elegirlos de manera obligatoria; así es la democracia en nuestro país. Los políticos muchas veces no son políticos, no saben a qué van ni cómo funciona el aparato del Estado. La nueva clase política, en su mayoría, son advenedizos con dinero que han encontrado un nuevo espacio para invertir. La política ya no es buscar el bien común, sino que se ha convertido en el más moderno de los negocios para buscar el bien propio.
“El primer acto de corrupción es aceptar un cargo público para el que no se está preparado”, se ha dicho hasta el cansancio. No obstante, la propia constitución deja abierta la posibilidad para que cualquier mortal, con solo haber nacido en esta tierra y con más de treintaicinco años, sea el hombre más poderoso de la nación.
Se necesita con urgencia una reforma constitucional que impida que personas sin la mínima preparación académica y, además política, llegue a altos cargos del Estado. Los partidos políticos no son otra cosa que negociadores de poder, espacios creados para que la gente con dinero se invente un nuevo negocio.
Si queremos nuevos y mejores actores políticos, personas de respeto y con moral comprobada, urge la necesidad de limpiar el espacio. Una persona que cuida su nombre nunca se va a mezclar con gente que no conoce lo que es la vergüenza y cambia de opinión al ritmo que lo lleva el viento.
La política tenemos que verla como una profesión más. Hay que estudiar y prepararse para no depender al cien por ciento de asesores que muchas veces hacen su agosto en la sombra; además, hay que tener una hoja limpia para ser aceptado. No es posible que, para un cargo cualquiera de menor rango, en cualquier empresa, se te exija más limpieza que para ser una autoridad.
Un político tiene que ser una imagen que venda el valor del respeto y que muestre la cualidad de la sabiduría. Sin estudio y sin preparación, sumado a la indecencia, el político no es otra cosa que un mercachifle que siempre va a clocar sus intereses por encima de las necesidades de las mayorías.
No es menospreciar ni ser clasista buscar lo mejor para el país, al contrario, las puertas siempre estarán abiertas para todos cuando se coloquen límites, porque necesitamos con urgencia a los mejores peruanos, a los más preparados, no a los hábiles lenguaraces que hipnotizan a los débiles, esos oportunistas que siempre regresan por más…
Porque, así como un enfermero no puede ser médico en este país, el que levanta la voz en una marcha de protesta, tan solo por eso, no debería ser candidato para dirigir el destino de una ciudad, menos el de millones de peruanos.
Más estudio, más preparación y más decencia comprobada, es lo mínimo que se debería de pedir para empezar a creer otra vez en ellos.