En el curso de la historia, el hombre se ha preocupado por trasmitir valores de una generación a otra, y las experiencias generales de vida fueron las principales influencias que determinaron el conocimiento y el aprendizaje. En el presente, se sabe que existe inclusión cultural exógena en la población a través de la tecnología: conductas imitativas de modelos foráneos, palabras reemplazadas por imágenes, pensamientos sustraídos por aquel instante de inspiración externa -que se ejerce mediante las redes sociales-. La tecnología ha ido invadiendo su supremacía sobre una mayoría de mentes ingenuas, imponiendo políticas ideológicas e influenciando en los valores de la cultura nacional, y, en definitiva, en la identidad del individuo. Con el paso del tiempo, se ha modificado la conciencia colectiva, muchas veces con una distorsión preocupante de principios elementales.
¿Qué ocurre con los jóvenes y niños de hoy? ¿Es la cultura hedonista la esencia heredada?
Siento que se vive una crisis de valores absolutos con la infiltración de ideologías hedonistas. Se viene pasando de una generación a otra una especie de nihilismo palpable en la percepción de vida, pues, con la evolución y proliferación de los medios, se ha desencadenado un pensamiento que impide aspirar a un perfeccionamiento espiritual e intelectual, cayendo, en forma sostenida, en verdadera pobreza espiritual (sucede con las innumerables técnicas de persuasión que manejan los medios).
Sabemos que la vida implica una serie de cambios. El desarrollo tecnológico de los últimos años ha sido impresionante: computadoras, celulares, internet, facebook, twitter, skype… Hoy se ha vuelto indispensable porque facilita necesidades de todo el mundo. Sin embargo, dicen que los aparatos y juguetes tecnológicos emiten radiaciones que afecta al hombre de manera invisible (puede ser, y no le hacemos ni le haremos caso), pero la mayor enfermedad no es la física, sino la emocional: el estrés.
No sería raro que en próximos años se invente un chip (circuito integrado) que se introduzca en el cerebro humano con información infinita y así convertirnos en el Superhombre que imaginó Nietzsche.
A veces, en sueños trasnochados, siento a la tecnología como el “ojo que todo lo ve”. Mi esperanza es entender la teoría sobre los valores primigenios, viviendo y disfrutando una vida mejor en muchos aspectos; pero tenemos que desarrollar una nueva Cultura de Pensamiento al respecto.
Termino mi escrito, apagando computadora, televisión, celular; cerrando el “face” (como dicen los chicos) y tomando mi “book” para quitarme el estrés: leer un buen libro, resulta una fuente de dicha, abre la mente, deja volar la imaginación (allí se puede encontrar a la “rubia de los sueños”)… Y mejor que el facebook.