Paúl Morán no sabe cuántos clientes ha tenido en su vida profesional, tampoco lleva el control de cuántos libros soportan sus anaqueles. Cada ejemplar en su oficina es una historia diferente. Cada uno de ellos es un amigo, un compañero, el recuerdo de un cliente, es el tema y la historia en la que tuvo que inmiscuirse por trabajo. Las leyes cambian y los libros de los abogados pierden vigencia y validez, no obstante, Paul Morán ha conservado los ejemplares que, considera, tienen la esencia de un buen tema, la matriz del derecho, el alma con la que fueron escritos. Son decenas de libros apilados que compiten entre sí en color, contenido y presencia. Los miro y pienso en los que he escrito, pero más en los que he leído. Todo libro es un misterio más que placentero porque, aunque los hayamos leído y releído, siempre aprendemos algo nuevo con ellos. Vuelvo a repasar panorámicamente la oficina y pienso que allí podría posar para mi próxima fotografía de autor.
-Esta sala es lo más parecido a un confesionario -dice el abogado-. Ni mi mujer sabrá nunca lo que se ha hablado aquí.
Encima de su escritorio, los fólderes llenos con su trabajo son otro universo dentro de esa oficina, compiten en grosor entre ellos, inundan la mesa y, por su importancia, exigen espacio; pero nos dejan un ladito para la conversa. Un abogado tiene mucho en común con un maestro de escuela, pienso, por más que encimen papeles nunca es suficiente para ellos.
La oficina del abogado Morán puede ser también ese espacio para encontrarse consigo mismo, y aunque se diga que sentirse solo es una sensación negativa, en momentos puntuales la soledad puede ser muy provechosa. La soledad ha inspirado a muchos poetas a escribir grandes obras, por ejemplo.
A Paul Morán le gusta su trabajo, aunque hubo un tiempo en que pudo decidirse por estudiar comunicaciones.
-Yo quise ser periodista -me dice.
Pero ser abogado le ha permitido tener tranquilidad no solo económica, sino que puede experimentar esa paz social positiva que muchas personas buscan ensayando uno que otro proyecto que intente llegar a los más necesitados. Hoy, en compañía de su esposa Luisita María se han proyectado en ayudar a niños de bajos recursos que estén pasando problemas de anemia. Pero, sin la ayuda y el compromiso de terceros la idea –ambo son conscientes- solo quedaría en el aire.
Según el INEI, en el Perú el 43% de niños padecen de anemia, y la mitad de estos casos es por deficiencia de hierro. No combatirla produciría en los niños -el futuro de nuestro país- una alteración irreversible del sistema nervioso central; es decir, nuestros niños no podrían estudiar con normalidad y no podrían producir en un futuro lo que todo peruano debería producir para que este país salga adelante. En otras palabras: niño enfermo y mal alimentado es igual a niño que no rinde en sus clases.
Existen diferentes tipos de anemia, pero la más común en los niños y en la que hoy el abogado Morán y Luisita María intentan ayudar es en la que se adquiere por deficiencia de hierro. La médula ósea necesita del hierro para producir hemoglobina. Y si falta hierro en un niño es más que obligación que haya no solo un abogado y su esposa, sino las autoridades en su conjunto y muchos más que nos preocupemos del tema.
Hoy, gracias a la iniciativa y al estudio del ingeniero ayacuchano Julio Garay con sus galletas Nutri H, los esposos Morán Carrasco han decidido invertir tiempo y dinero en Paita para ayudar en este problema que padecen muchos niños del puerto.
“Compra social”, la han llamado.
La idea comienza con un obsequio que recibió Luisita María Carrasco. Eran las Nutri H que, hablando con claridad, no son pues un producto netamente comercial. Ellos son conscientes que jamás, de la noche a la mañana, un consumidor promedio dejará su dulce por algo parecido a un remedio. No obstante, han invertido en el producto (que de barato no tiene nada) y han pensado en una fórmula para que llegue a los más necesitados.
En un puerto como Paita, hacer dinero es adentrarse a la pesca y sus variedades, por eso, eso de vender galletas medicinales podría catalogarse como una locura y un salto al vacío. Sin embargo, la constante búsqueda de paz social en algunas personas muchas veces prevalece en sus decisiones.
Es así que la pareja decide invertir e ingresar las Nutri H en el puerto, vendiéndolas entre amigos, convirtiéndose Morán de abogado a empresario galletero y hasta de chico del delivery que entrega de casa en casa.
Paul Morán nació en Paita, en la punta, en el barrio de los pescadores, es el mayor de cuatro hermanos y, desde muy niño, se comprometió con su familia vendiendo en la calle. La feria de la virgen de Las Mercedes era el momento preciso para hacer algunas monedas y para aprender desde muy niño que el trabajo, ese de vender bebidas en un balde con hielo, además de ayudar en la casa y de enaltecer a uno mismo, puede y suele ser gratificante.
-En familia siempre hicimos negocios por temporadas –dice Morán sonriendo, y recuerda los días de velaciones, que era un trabajo con semanas de anticipación hacer las coronas que ayudaba a armar, las tarjetas que ayudó a vender y todo ese ambiente y experiencia que hoy le sirve para replicar con los suyos en este nuevo emprendimiento familiar con las Nutri H.
-Ayudar a la sociedad es también decirles la verdad a la gente que llega a este consultorio – me dice, y me cuenta que a sus clientes él está obligado a decirles si su problema tiene tal o cual porcentaje de probabilidades de salir airoso o no. Es por ética, es por humanidad. Lo mismo ocurre con las galletas.
Las Nutri H, es un proyecto ambicioso del talentoso ayacuchano Julio Garay, ingeniero industrial que, con 26 años de edad, se convirtió en uno de los semifinalistas del concurso de History Channel en Latinoamérica: “Una idea para cambiar la historia 2019”
Este ayacuchano, al igual que Paul Morán, nunca tuvo una vida acomodada, a lo mejor ni pensó que podría convertirse en un profesional de éxito. Pues, a muy temprana edad los médicos le diagnosticaron anemia. Hoy, gracias a los cuidados de su madre y a su esfuerzo personal, ayuda a combatir esta enfermedad gracias a su fórmula que está ayudando a cientos de niños, con el compromiso de diferentes entidades y autoridades, donde su producto está siendo repartido a muchos niños en gran parte del sur del Perú.
Paul Morán y Luisita María quieren replicar esta idea en el puerto y se han comprometido a ayudar a los niños más pobres de la provincia de Paita que padezcan esta enfermedad y, por tal motivo, han lanzado una idea para que el que desee ayude con un pequeño aporte pueda convertirse en un “Nutri-padrino”.
¿En qué consiste y quiénes pueden ser Nutri-padrinos?

Es simple. Hay muchos hogares con niños afectados por la anemia que no pueden tener acceso al producto, porque no es comercial, y al producirse en el sur del país el costo aumenta por el transporte y por la cantidad del lote.
-Ya tenemos algunas personas que se han comprometido con la idea y ya hay varios niños que han recibido sus cajas de galletas y las indicaciones para que las consuman –dice el abogado, y agrega:
-Cuando la gente compra no está llenándome las arcas. Esto también es una compra social que deja un porcentaje para ayudar, aparte de los padrinos. Pero se necesita pensar en grande, y por eso buscamos gente que se comprometa no con nosotros, sino con el futuro de Paita. Un Nutri-padrino, al comprar una caja de Nutri H y obsequiar la ayuda a un niño humilde con anemia y le da esperanza de convertirse en un hombre útil a la sociedad.
La idea inicial de los padrinos Nutri H es de Luisita María. Tener dos hijos le ha enseñado que se tiene que hacer hasta lo imposible para que nada les falte. Nadie más en el mundo que una madre para entender que la buena nutrición y el crecimiento de un niño es lo más importante en la vida.
Los resultados en el sur del país han sido sorprendentes con las galletas Nutri H. En tan solo un mes, a través de un programa social, decenas de niños han sido liberados de la anemia. Los profesionales de la salud dan fe del producto. Y así como Julio Garay soñó con erradicar este mal que ataca a los niños en su tierra, hoy tenemos en Paita una pareja de esposos, los Morán Carrasco, que intentan ayudar a los suyos replicando el producto en nuestro territorio norteño.
-Es un mensaje de unidad que desea mejorar los índices de desnutrición crónica en Paita –dice el abogado-, y con este programa de padrinaje, estamos seguros, les damos a la gente una gran oportunidad para ayudar a los niños que padecen este mal.
Hoy se han unido a la causa sus amigos más cercanos y se está trabajando a pasos seguros con niños paiteños. Pero, para mayor seguridad y mejores resultados en este trabajo de padrinazgo y ayuda a los más necesitados, se busca trabajar en equipo. Se necesitan profesionales que se unan y así poder monitorear el proceso y resultado de los niños, como en el sur del país, donde se está trabajando en conjunto con las autoridades municipales y de salud que brindan sus instalaciones para el monitoreo de los niños.
-La idea está dada y estamos seguros que ayudará a muchas familias en su proceso anti anémico –dice el abogado Morán-. Los Nutri-padrinos existen y creemos que podemos llegar a más personas que deseen apoyar a muchos más niños con este producto que está teniendo grandes resultados en la infatigable lucha por erradicar la anemia en los niños.
Es cierto, la idea está dada y ahora somos nosotros los que decidimos si apoyamos o no en esta noble tarea de erradicar en muchos niños este mal que ataca por dentro y que hace mucho daño por fuera.
En cada uno de nosotros queda la decisión.
Esta puede ser una gran oportunidad para ser un padrino ejemplar y regalar a un ahijado un mejor futuro.
Tú decides, paiteño, hay muchas cajas de galletas Nutri H esperando hacer su trabajo en los niños que más las necesitan.
¿Te animas a ser un Nutri-padrino? Los Morán Carrasco y un sinnúmero de niños anémicos esperan por ti.