Por Jorge Luis Alvarez Zambrano
Escucho, leo y veo hasta memes respecto a la “brutalidad” e “ignorancia” de las personas como yo, y me pongo triste… Me pongo triste al pensar en quienes, por algún motivo, no han tenido la oportunidad de haber estudiado o continuar estudiando de manera formal.
Se ve en las redes sociales a personas despotricando de los pastores evangélicos y de las ovejas por entregar el diezmo. Algunos sólo repiten lo que otros les dicen o cuentan a partir de alguna mala experiencia con algún pastor o creyente evangélico; y me ha tomado mucho tiempo animarme a escribir públicamente sobre esto, porque, siendo honesto, en más de una ocasión, me he detenido ante las agresiones públicas en contra de quienes sí diezmamos.
A mí nadie me dijo que había que diezmar, me nació el hacerlo y no me arrepiento de ello y mucho menos, cuando leyendo la biblia, me lo encontré de mejor manera de la que me lo habían explicado. La Biblia misma habla acerca de los pastores asalariados, de aquellos que se aprovechan de las personas que tienen a su cargo, pero ellos tendrán su paga final llegado el momento.
Si me he animado a escribir es porque, dado que soy un “bruto ignorante” por diezmar, yo mismo enseño a otros sobre el diezmo. Y es que el diezmo que doy, no lo hago pensando en el pastor, mucho menos en lo que hará o dejará de hacer con la plata, porque, en primer lugar, él no recibe todo el dinero que se diezma. El Pastor sólo recibe el monto fijo asignado por la congregación el cual es decidido por el cuerpo administrativo y confirmado o rechazado por la asamblea.
En segundo lugar, se debe tener en cuenta que hay gastos fijos que realizar, como los servicios de agua, electricidad, internet, mantenimiento, etc., para brindar el mejor servicio posible a los miembros y no miembros de la congregación. También, un porcentaje muy importante (en ocasiones hasta un 70%) son destinados a lo que es ayuda social, enseñanza, evangelización, entre otros.
No es dinero que se queda en la congregación, sino que sale en forma de clases, folletos, campañas, ayuda económica o en víveres, etc.
¿No suelen ser visibles?
Las ayudas, al menos, no buscan serlo. La misma biblia dice: que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha. Quizás por ello sólo ven lo malo de los evangélicos, pastores o no. Imagino que muchos recordarán a la “bruta” que, no teniendo casi nada para comer, optó por darle a una persona que llegó de colada a su casa. Era lo último que tenía y, sin embargo, lo dio. A diferencia nuestra, no era tiempo de lluvias sino de sequía y había una gran escasez de alimentos. Pero durante el tiempo que se mantuvo dando de aquello que supuestamente no tenía, no le faltó el alimento.
¡Vaya mujer, pa’ bruta!
Por mencionar algo, durante la pandemia en que se suspendieron las reuniones de todo tipo, muchas personas dejaron de diezmar u ofrendar; no obstante, se pudo seguir ayudando y no escaseó en la agrupación a la que pertenezco, y no hablo de los líderes sino de cada miembro de la congregación.
A nivel personal, tuve más trabajo durante un año de pandemia que durante años anteriores. Debe ser porque soy “bruto”. El Perú, tiene una población con más del 90% perteneciente a religiones judeocristianas, población que debería reflejar el Amor de Cristo. No obstante, vez tras vez, leo comentarios de las personas tildándonos de brutos ignorantes porque diezmamos ya que la situación de los que lo hacemos es inferior económicamente a la de los pastores o líderes congregacionales.
Aquí otra observación: ¿Cómo sabes que lo que tiene dicho pastor o líder no fue conseguido con anterioridad o no como producto de su trabajo?
¿Cómo sabes que no ha estado ahorrando durante varios años y que incluso ha debido sacar un préstamo para poder construir su casa o para comprarse el auto que tanto criticas?
Solemos ver los resultados, pero no el proceso porque somos ajenos a ello. Y me pongo triste, porque veo que quienes se rasgan las vestiduras porque hacemos ello, suelen exigir respeto a sus creencias y, sin embargo, atacan a quienes procuramos actuar conforme a nuestras propias creencias, tildándonos de brutos ignorantes.
Dime “bruto” cuantas veces quieras, pero no generes odios, no motives rencores, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
En resumidas cuentas, quiero agradar al Señor en todas las áreas; es imposible porque soy imperfecto, pero toca esforzarme para hacerlo lo mejor posible, y diezmo porque me gusta hacerlo, porque quiero, porque para mí es una forma de ser agradecido con Dios por enviar a Jesucristo, Mi Señor, para morir por los pecados del mundo y poder tener acceso a la salvación.
Si por ello soy un “bruto”, sepan que quisiera ser el más “bruto” de todos.
Pero ya, poniéndolo en otros términos: es mi plata y hago con ella lo que quiero. Y probablemente, como pienso que van a comentar algo respecto en contra de lo que he escrito, es que viene a mi mente el comentario de Judas Iscariote cuando fue “gastado” el perfume caro al derramarlo sobre Jesús.
Y, si con esto, no te quedó clara mi libertad para actuar conforme a mi conciencia, basada en mi fe, en mis creencias, te invito, ahora sí a ser otro “bruto” más y, de no ser así, a que formes parte de El Club de Los Brutos. Tú decides.
