(Colán, Paita, 1983)
Por: Ricardo Rumiche Espinoza
La poesía no es popular y suele celebrarse en ambientes reducidos. Muchas personas al no comprender un verso le restan importancia. ¿Cómo fueron tus inicios con la poesía, qué autor crees tú que hizo que creyeras en ella y qué edad tenías cuando fuiste atrapado, Fabián?
Siempre me he sentido atraído por la literatura. Me gustan, desde niño, las historias que contaban mis padres o los señores mayores, sus formas de narrar, las historias escondidas de los pueblos, las voces que viven en los relatos populares, la melodía de las palabras. Mis inicios en la escritura poética se dan cuando ya había ingresado a la universidad, allí descubrí a los poetas conversacionales de los setenta y ochenta. Causaron una gran conmoción en mí los versos de Javier Heraud, Luis Hernández, Antonio Cisneros, Marco Martos, Enrique Verástegui, Roger Santiváñez, y a la par también provocó un remezón la poesía de César Vallejo. Tenía 17 años y estaba enamorado de la escritura de todos estos autores, es así que me planteé la posibilidad de escribir, de imitarlos, de plasmar todo lo que me pasaba en aquel entonces, de contar, justamente, las historias que había escuchado de mis padres, de mis abuelos, las historias de mi gente. Así comencé a escribir mis primeros poemas.
2. Eres de Colán-Paita, profesor, tienes premios de poesía y has participado de diferentes recitales y fiestas literarias a nivel nacional; además, diriges una columna cultural en un importante diario de la Región Piura. ¿En qué estamos fallando los paiteños para no seguir de cerca las carreras de nuestros literatos?
Esto se puede mirar desde distintos puntos de vista. En el aspecto educacional, pues no se ha explorado en la lectura de los escritores de la provincia. Los docentes hacen un esfuerzo grande, pero falta mucho para establecer una tradición en el estudio literario y la inclusión de los creadores en los planes de estudio o el plan lector. Si tú preguntas en las escuelas o en las calles mismas quién es Sofocleto o Teodoro Garcés Negrón, muy pocos te darán razón, porque no se leen y mucho menos se estudian como se debe. Parte de la problemática, también, abarca la gestión del gobierno municipal que no ha sabido apostar por la creación de un fondo editorial propio, en el que se puedan rescatar todas esas voces que las nuevas generaciones deben conocer. Se pueden implementar medidas factibles, pero es cuestión de voluntad política, de querer que tus paisanos lean. No podemos olvidar que ser escritor o poeta en el Perú es una decisión difícil porque, a pesar de la gran valía de la literatura peruana, la sociedad ve al escritor como un elemento accesorio, un ser improductivo, un bueno para nada, para estar más a tono. Además, hay que considerar que los paiteños no hemos apostado por la lectura o los eventos culturales a gran escala. No pasamos de bailes sociales. Los eventos literarios, por ejemplo, son vistos como una rareza. Se debe cambiar todo ello de una buena vez. Más nos peleamos si llegó o no tal o cual orquesta a nuestro puerto. Cosas y cosas tenemos los paiteños.
3. Has publicado, en coautoría, el libro “Estirpe Púrpura” y también una antología de narrativa piurana titulada “Bitácora Púrpura”; además has sido antologado en otras publicaciones importantes. ¿Qué diferencia hay entre éstas y tu reciente poemario “Jaurías”? ¿Cuánto trabajo tuviste en él?
Estirpe Púrpura y Bitácora Púrpura son antologías, es decir son trabajos que reúnen textos de otros autores, de diferentes voces piuranas. En el caso de Estirpe Púrpura consolida textos líricos y narrativos de los jóvenes escritores que surgieron en los años 2000, y Bitácora Púrpura, solo textos de los narradores de esa época. En cambio, “Jaurías” es un libro mío, propio, que reúne algunos de mis poemas que he trabajado desde que entré a la universidad en el 2000. Escribir “Jaurías” me demandó mucho tiempo, creo que más de una década, porque siempre tuve muchas dudas si lo que estaba haciendo guardaba un aliento propio y si realmente servía para algo. Por ello, siempre me rehusé a publicar. Todos los escritores de mi generación habían publicado menos yo. Me tomé un trabajo arduo de corregir mis poemas, de encontrarles nuevos enfoques, hasta que la presión fue muy fuerte y, pues, no me quedó más que publicar. Gran orientación y empuje recibí del poeta Roger Santiváñez que siempre apostó por mi trabajo. También, la familia siempre estuvo allí, apoyando para que este sueño pueda cumplirse. El año pasado después de mucho, por fin, pude tener en mis manos un ejemplar de “Jaurías”. La editorial Hipocampo, de Teófilo Gutiérrez, estuvo a cargo de esta labor.
4. ¿Cómo es tu rutina para escribir, tienes modelos de poetas a quienes recurrir, trabajas el tema en la mente o buscas la inspiración en el acto?
Escribo a diario. No tengo horarios específicos, como los tienen los narradores, para sentarme a escribir. La poesía no funciona así. Al menos para mí no. Lo que siempre estoy haciendo es leyendo de todo: poesía, narrativa, crónica, ensayo. Digamos que mantengo la mente trabajando para futuros escritos. El poema es un acto complejo de explicar porque puede aparecer de diferentes maneras. Allí empiezo a estructurar formas en mi cabeza, para luego plasmarlas en el papel. En ese proceso, cuando ya escribes, surgen nuevos caminos por los cuales transitar. En la poesía nada está dicho, quizá tengas un tema del que quieras escribir, pero luego terminas en un puerto diferente: las palabras son así, siempre te conducen por nuevas aguas o por las mismas en las que encuentras nuevas significaciones de la realidad que creías conocer. Es cierto que la inspiración te ayuda, pero creo que el trabajo en sí del poema está en decir de una forma diferente la realidad que para todos es la misma. Un poeta debe encontrar una nueva mirada. Allí radica la labor de un creador. Intento siempre escribir, no importa la hora, intento, siempre, crear.
5. Dicen que hay poetas soñadores y también los realistas; unos se ajustan a las reglas y otros a la libertad para hacer cualquier cosa. ¿En qué grupo sientes que te ubicas según tus obras?
La línea que cada poeta elige define su visión del mundo, su forma de abordarla, su ideología. Me inclino por lo realista, por escribir tomando como fuente primordial la realidad social, histórica, porque considero que es la única manera de preservar las historias de tus padres, de los hombres de tu pueblo, de las voces de tu país. De no olvidar a todos aquellos que ya no están pero que reclaman de forma urgente una voz. La poesía debe ser una forma de redescubrir todo lo que damos como establecido, por explorar en la realidad misma para contarla bien, sin temor, con agallas. Por ello, me inclino por la libertad en la creación. Solo el tiempo te dará la razón si es que sobrevives o no, para ello hay que escribir como un acto de fe, de reflexión sobre tu historia personal engarzada en una realidad social.
6. ¿Cuál crees que debe ser la labor del artista con su sociedad, especialmente en una crisis como la que estamos pasando?
El arte en sí mismo es protesta. Allí radica la razón de ser de un artista. Si tú haces arte para agradar a los gobernantes de turno, para ser propaganda, o para servir a los intereses económicos o la banalidad estás haciendo cualquier cosa menos arte. Y este está condenado a desaparecer; todo lo que trabajes estará condenado al olvido. El arte que colinda con lo cómodo, con ser parte de la alabanza a los poderosos no sirve para nada. El arte debe cuestionar, allí se circunscribe su fuerza, allí late su corazón.
JAURÍAS – Hipocampo Editores – Lima, junio de 2019
7. ¿Libros digitales o tocar el papel, subrayarlo y hasta olerlo? ¿Cuántos libros hay en tu biblioteca?
Si me dan a elegir me quedo con los “libros de papel” porque nada podrá igualar la experiencia de tomar un libro en las manos y sentir la textura, acercarte al olor de las páginas, observar la tinta que ordena las letras. Es una experiencia única. Nada puede compararse con ello. El libro digital no te dará jamás estas sensaciones. El e-book podrá ofrecerte mucho, pero una página de papel es mucho más poderosa que un byte de los formatos fríos. Es cierto que ahora los lectores están más cerca de lo electrónico, pero aun así no creo este formato pueda derrotar al papel. A pesar de que los lectores de ahora se inclinen más por la inmediatez de las redes sociales o las frases bonitas, almibaradas y vacías que abundan en ellas, el papel siempre guardará los mejores secretos del mejor artefacto creado por el hombre: el libro. No he contado cuánto libros tengo en mi biblioteca. No he contado los volúmenes. Colecciono desde que cuando tenía 17 años. Mis libros están más cerca de la novela, la poesía, la crónica. Es una biblioteca que está más focalizada en literatura.
8. La historia de la Literatura nos dice que famosos como Borges, Sábato, Alberti, Celaya, entre otros, se autoeditaron. ¿Qué tan peligroso puede ser esto y por qué suele estar mal vista esta acción entre los autores?
Es un camino que se puede tomar como una alternativa. Es válido, un camino factible para dar a conocer tu voz. Considero que se puede tornar peligroso porque no pueda existir un canal de distribución adecuado para que tu libro tenga más lectores, pero si tú te editas y tu libro es bueno este sobrevivirá al tiempo, que es el verdadero crítico, el que pone en su lugar a los que deben quedarse. Considero que autoeditarse no está mal visto entre los autores porque se puede llegar a lugares donde quizá las editoriales reconocidas no llegan. Lo que sí debe preservarse es la calidad de los textos literarios porque existe mucha literatura que se vende mucho, sí, pero no perdurará porque solo responde a intereses del momento, mediáticos, políticos, de propaganda para beneficiar a ciertas personas.
9. ¿Qué consejo darías a un joven que hoy te lee y que está empezando a soñar con una vida entre versos?
Que lea mucho, muchísimo. Allí está la clave de todo. Si tú lees con frecuencia tendrás impulso para, siempre, escribir. Es un alimento que hace funcionar el proceso de la escritura. Hay que leer mucha poesía, pero también otros géneros porque la poesía está en todos lados como una inmanencia. Además, hay que persistir en el oficio, porque no todo es color de rosa. Hay que tener empuje para permanecer escribiendo.
10. En este país donde el promedio de lectura no es precisamente un orgullo, ¿puede el poeta vivir de la poesía? ¿Crees que los versos frente a la narrativa son un lujo sin comparación?
Si hablamos de lo económico: no es rentable. La poesía circula de una forma casi secreta, de mano en mano, por recomendación de amigos. Un poeta en el Perú debe tener un trabajo alterno que le ayude a mantener a su familia. Es la única manera de sufragar los gastos para seguir escribiendo. Los versos, la poesía en sí, es un lenguaje diferente, apela más a lo connotativo, a la búsqueda de la imagen, a decir algo de una forma diferente. Y aun así la poesía está en la narrativa también. Consideremos que si un texto narrativo no tiene aliento poético está perdiendo gran parte de su impacto, por eso se dice que la poesía debe teñir las palabras en prosa. Escribir en verso es mucho más difícil porque la poesía es un lenguaje superior. La cuestión se centra en qué quieres decir, qué quieres contar. Eso va a ayudar mucho porque hay situaciones que se pueden decir mejor con uno u otro género.
11. ¿Crees que los paiteños hemos aprendido la lección con esta pandemia? ¿Qué es lo primero que harás cuando esto acabe?
Es una pregunta muy difícil de responder. Tener una respuesta total creo que no es posible porque hay un sinnúmero de aristas que intervienen, pero lo que sí considero es que los paiteños debemos sacar de todo esto una lección mayor: la vida está por encima de los intereses económicos, de los bienes materiales, de cualquiera cosa. Además, hay que despertar de ese letargo que es tan palpable en nuestros pueblos, debemos exigir que se invierta fuertemente en salud y educación. Si es que sobrevivo a esta pandemia, si Dios lo permite, lo primero que haré es ir al mar, sentarme en la arena caliente de la playa, sentir que el sol me tuesta un poco la piel, leer algún poema o un cuento, tomar una cerveza fría, y mirar por largo rato las olas, mirar el mar que es la vida, que es la muerte, que guarda el aliento del tiempo.