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    Julio 25, 202015 Mins Read

    Calidro Morello- Pescador de atún

    Ricardo Espinoza RumichePor Ricardo Espinoza Rumiche

    Ex Pescador atunero

    Por Ricardo Espinoza Rumiche

    Eres un hombre con mucho mundo, Calidro. Tu experiencia en el extranjero hace que veas a Paita de una manera muy diferente al resto. ¿Qué crees que nos falta en el puerto para “cambiar de aires”, como se dice?

    -Primero quiero agradecerte por la oportunidad. Lo de hombre de mundo no sé si es un elogio o un estigma de algunos maledicentes, pero eso no es exclusivo solo de este servidor, hay muchos paiteños que conocen otras experiencias más allá de si éstas fueron vividas fuera del país o en lugares dentro de nuestro Perú; pero, sin duda, vemos a Paita con un sentido más crítico, lo que no quiere decir que no lo queramos, todo lo contrario, por eso es que manifestamos nuestro parecer aunque algunos se ofendan y molesten.

    A veces creo que quienes diseñan las políticas de nuestra comunidad no visionan, no imaginan, les falta ilusión para darle un mejor sentido de vida a nuestra comuna, y eso no es culpa del cargo, sino de su formación y de la de los que lo eligieron; pero en algo sí estoy convencido y muchos coincidirán conmigo: la tarea que existe por delante no es exclusiva solo de quienes están a cargo temporal de los destinos de la ciudad, sino de los mismos ciudadanos. El tema es complejo, y en eso me arriesgo a decir (y aunque suene a llover sobre mojado) que siempre vamos a volver sobre los mismos ejes: educación, cultura, planeamiento, mantenimiento y, sobre todo, mucho liderazgo. El que no es capaz de transmitir esa visión nunca va a lograr siquiera dar un paso en el sentido correcto.

    Volviendo a la esencia de la primera pregunta, sin duda, uno ve con otros ojos, con mucha pena y tristeza, porque al igual que yo muchos que se marchan buscando nuevos horizontes siempre añoran volver, siempre desean lo mejor para su tierra natal, para su patria chica; y cuando regresan lo que encuentran es un “pandemónium” de ciudad, donde palabras como orden, limpieza, salubridad, ornato, tráfico y convivencia parecen acuñadas para otro lugar menos para nosotros.

    Pareciera que la fábula de la rana y el agua hirviendo se ajustara a nuestra manera de ser. El estado de las cosas se ha ido degradando paulatinamente por años sin que los que estamos inmersos en esta vorágine que se llama Paita lo notemos; en cambio, para aquél que se aleja por algún tiempo y regresa, el retroceso lo golpea literalmente como una bofetada. Solo los más críticos lo perciben y lo manifiestan pese a las siempre desentonadas voces de chauvinistas locales que se rasgan las vestiduras alegando un localismo absurdo.

    Nuestra comunidad es deficiente y precaria en servicios básicos, pero esto no es óbice para no atender otras necesidades que nos inspiren y ayuden a ir gradualmente agregándole calidad de vida a nuestra comuna, necesidades no tan tangibles pero necesarias para evolucionar por el camino correcto. El orgullo de pertenencia es uno de los puntos al que las autoridades deben apelar, pero… ¿existe? Todo, o casi todo lo que teníamos como motivo de orgullo ha desaparecido, o está pronto a desaparecer. No me voy a extender en ese punto sino daría motivo a un libro completo de lo perdido.

    Para darle otros aires a Paita sin duda requiere de un proyecto político ambicioso que contemple una visión macro y no la cansina tesis de “varilla y cemento”, tesis apoyada por aquellos que gritan obras, progreso y que, subrepticiamente, extienden la mano. Ya lo decía José Figueres Ferrer, fundador de la Segunda República en Costa Rica, en su libro “Para qué tractores sin violines”, señalando claramente la necesidad de que el progreso vaya de la mano con la cultura. En términos mucho más modernos sería como decir que de nada nos sirve el “hardware” sin el “software”. En términos de corto plazo no creo que se puedan ver cambios significativos, se requieren cambios radicales en todo nivel, no podemos seguir con la misma receta que nos da el mismo resultado: es como amanecer acurrucado con el mismo “status quo”, como en el día de la marmota. Pero, repito, no va a suceder sino con un proyecto político diametralmente opuesto a lo que han venido haciendo los demás, si no, seguiremos siendo testigos de las mismas prácticas inútiles.

    Las comparaciones son tediosas y odiosas, pero hay que soñar en grande y ser ambiciosos. ¿Tiene algo en particular Paita que no hayas visto en el extranjero?

    -El centro histórico. Pero para ilustrar este punto te diré que, por avatares de la pesca en el año 1981, tuvimos que entrar a Paita. (Debe haber sido a fines de noviembre de ese año) Después de recibir a las autoridades bajamos por el viejo muelle fiscal; conmigo caminaba un mecánico de helicóptero panameño y que, boquiabierto, miraba todo a su alrededor. Usaba esta expresión: ¡Qué rareza, loco! Expresión panameña que denota asombro y admiración. Yo le decía: no bromees. Y él me decía: ¡No, es en serio, man!
    Y lo que por nuestro propio aletargamiento no vemos, es una parte de la ciudad congelada en el pasado; claro, en estos años últimos venida a menos por el inexistente cuidado de las zonas históricas y su debida reglamentación. Paita tiene una pátina de antigüedad que sorprende a extraños, a pesar que muchos de los lugareños no la ven así y abogan por una estúpida y mal entendida modernidad.
    Tenemos una preciosa bahía convertida en el fondeadero de cientos de embarcaciones que la contaminan silenciosamente, aunado a eso un malecón que, en aras de la “modernidad”, dejaron en un segundo plano la belleza de ésta.

    Paita tiene un gran potencial en materia de turismo, pero sin el manejo de este tema por personas preparadas, y sin los recursos en este rubro, no destacará; al menos no el manejo de turismo de folletitos y las cantaletas de copia y pega que hacen todos. No, el turismo debe manejarse en mayor escala, con mayor visión y de manera ambiciosa; pero si no inviertes, qué esperas lograr.

    ¿Qué siente un paiteño cuando regresa a su tierra después de años?

    -Lo dije antes y lo repito: tristeza, mucha pena, desazón, incredulidad y mucha impotencia de no vislumbrar un cambio; ni siquiera pasos en el sentido correcto, y no de ahora; creo que de 40 años atrás arrastramos el mismo patrón, sin una política continua de desarrollo sostenido. El desarrollo parece ser anatema en nuestra sociedad.

    Estamos en crisis sanitaria. ¿Cómo ves el actuar de la gestión Alvarado y qué crees que podría cambiar para mejorar?

    -A sabiendas que seré carne de troles a sueldo con mis manifestaciones, no me refrenaré en éstas porque es mi sentir, y aunque el ciudadano Teodoro Alvarado Alayo se sienta ofendido y vilipendiado por el uso irrestricto de mi libertad de expresión, me explayaré en lo que considero necesario hacer:
    No juzgaremos a priori el accionar del alcalde, porque nadie imaginó la magnitud del desastre sanitario que teníamos en ciernes, aunque no es admisible el hecho de no vislumbrar lo que se nos venía, a pesar de los avisos de alguno de sus regidores sobre la necesidad de convocar a una sesión extraordinaria. Trascendió más sus diatribas, insultos y prepotencia. No lo considero una persona capacitada para ese cargo, no digo que no haya llegado de manera legal. Y volviendo a lo que manifesté anteriormente, el señor alcalde no inspira ni confianza, menos la ilusión de una comunidad.

    En medio de esta pandemia los resultados de su gestión, más allá de su proclividad al clientelismo, no ha sido la más deseada. Si me lee, señor alcalde, “entienda, a nadie, repito: a nadie le sirve que a usted le vaya mal, pero usted ni ayuda ni se deja ayudar. Usted está cosechando lo que sembró. Y parece le encanta rodearse de un entorno dañino y perjudicial que parecen vivir susurrándole al oído las inconsistencias e incongruencias al encarar esta pandemia, con acciones aisladas y sin articulación alguna, con actitudes melindrosas y tímidas ante las autoridades de nivel superior como en el ejecutivo, sin el empoderamiento necesario para enfrentarla de mejor manera”. Parece, digo.

    A su favor, diremos que las directrices del ejecutivo fueron erráticas y mal diseñadas. El asignar, por ejemplo, la entrega de canastas de alimentos, puso en evidencia de que pie cojea la administración. Casi me atrevería a decir que esto de las canastas fue un convoy de transporte del COVID-19. La entrega desordenada de los bonos fue un paso en falso del gobierno y, conociendo nuestra idiosincrasia, fue motivo de la difusión del virus con sus aglomeraciones.

    Hace varios días el grupo de apoyo de la Sociedad Civil Fuerza Paita lo invitó a integrarse para ayudar y coordinar estrategias, porque esta lucha no se puede enfrentar de manera aislada, pero al cabo de varios días parece que lo aceptó e integró en el Comando COVID. Este comando, como su nombre lo indica, implica un manejo de estrategias que no pueden estar sujetas a un patrón de trabajo burocrático, sino que debe ser dinámico y pro activo. Confiamos en una mejor interacción de la Sociedad Civil con el poder municipal, sin egos, sin protagonismo y con el único fin supremo de salvaguardar la vida de los paiteños

    Definitivamente, las necesidades no son las mismas para todos. ¿Cómo te ha golpeado la crisis económica? ¿Se puede hacer patria en medio de la desgracia?

    -La crisis ha golpeado de manera inmisericorde a todos por igual; a algunos en menor escala, quizás por su mejor situación económica; pero esta crisis no ha hecho distingo ni de clases ni de posición social. A mí en lo particular muy mal, a pesar que un cortesano saltimbanqui se atrevió a llamarme pudiente, de manera errónea. El problema de uno por estar siempre aseado.
    La incógnita del futuro económico aún está en la nebulosa. El rubro en el que se desempeñaba nuestra pequeña empresa no tiene un claro panorama, ni en el corto ni en el mediano plazo; por consiguiente, hay que moverse y adaptarse en lo que la nueva economía local nos permita. Eso aún está por definirse, por eso seguimos de cerca las directrices del gobierno en esa materia.

    Eres miembro activo de Fuerza Paita. ¿Cómo se está ayudando a través de esta agrupación en la pandemia y qué deparas que pueda ocurrir en el futuro?

    -En efecto soy miembro activo, trabajo en la parte de comunicación. Si hay algo que señalar y destacar de Fuerza Paita es su activismo, su proactividad y su receptividad al momento, a la situación. Se nos ha acusado de tener fines políticos, señalamiento más alejado de la realidad. Cuando vemos quiénes lo integran se podría decir en términos culinarios que es un menestrón, por la variedad de ideologías y posturas políticas, posturas que han quedado guardadas en un baúl bajo llave, y de las cuales todos los miembros son vigilantes para no poner en entredicho el motivo que nos congrega, y este motivo es nuestra comunidad. Si bien no contamos con fondos propios, sí tenemos un presupuesto en recurso humano invaluable, desde líderes políticos, sociales, profesionales y no tan profesionales como yo. Todo el espectro de la sociedad paiteña está representado dentro de Fuerza Paita, y, lo que es mejor, aún no respondemos a intereses secundarios ni monetarios, sino al honor de servir a nuestros conciudadanos. Y el hecho de salvar una vida por una gestión es motivo de plena satisfacción.

    Pescando en Samoa
    Pescando en Samoa

    Te has caracterizado por ser bastante crítico a la gestión Alvarado, y hasta denunciaste un altercado con el mismísimo alcalde, nada menos. ¿Cuál crees que es para ti la debilidad y cuál la fortaleza de nuestra autoridad?

    -Su gran debilidad, y lo digo sin tapujos, es su escasa inteligencia emocional. No es una persona empática. De allí que le cuesta enganchar con el promedio de la población. Si no es a través del clientelismo dudo que pueda generar ese acercamiento con la población. Su conducta prepotente ha devaluado significativamente la investidura a la que se debe como autoridad, pero tiene un gran trabajo por delante para resarcirse y recuperar la confianza de su comunidad. No se puede andar por la vida insultando y maltratando a los que piensan diferente. Yo le recomendaría buscar un verdadero asesor de imagen y que se aleje de ese entorno oscuro que le hace daño y, por ende, el resultado de sus acciones que perjudican a la comuna en general. No a Calidro Morello.

    Otra falencia clara y visible a todos es manifestarse de manera constante sobre su transparencia y honradez, solo que yo le recordaría que no es solo decirlo sino practicarlo, cuando a todas luces ha habido varios casos de manejos oscuros por parte del personal adscrito a la municipalidad, y él no ha tenido, ni la valentía ni la fortaleza de desmarcarse claramente de esos actos. Bien reza el dicho que “la mujer del César no solo debe serlo sino parecerlo”.

    ¿Su fortaleza?… Dicen que es un empresario exitoso, no sé si eso será una fortaleza, pero el ámbito municipal en el cual se desempeña actualmente no es precisamente el pesquero; de repente ese ímpetu lo puede volcar en exigir a sus funcionarios que realicen una mejor labor. Pero dada la situación actual creo que lo que le queda será un periodo de transición y sin sobresaltos, si se conduce correctamente claro está.

    Sabemos que la cultura es algo que te preocupa. ¿Cómo ves el ambiente cultural en Paita? ¿Qué nos falta para acelerar el paso? ¿Cuál es o debería ser el aporte del artista en tiempos de crisis?

    -Sin duda alguna, la cultura es como un buen café: si no tiene aroma ni un buen gusto, será solo un café más. La cultura es lo que a muchos nos da más sentido, más vida, más aroma al diario vivir, intangible como sabemos que es. Se debe percibir en todos los aspectos de nuestras vidas, en la actitud de un pueblo, en la forma cómo reacciona ante los eventos lúdicos, el cine, teatro (inexistentes en nuestro medio), la literatura, las artes plásticas (éstas últimas dejadas de lado de manera permanente por todas las administraciones), y ésta no escapa a ese síndrome.

    El empeño particular de escritores y artistas en general es heroico y admirable, y aunque se vea como arar en el desierto, sin apoyo tangible, (no solo del aparato edil, sino de la mayoría de instituciones que se deben a nuestra comunidad), persisten en su empeño en el ambiente cultural local; hacen grandes esfuerzos por sobrevivir en la maraña subcultural paiteña, con intentos loables por surgir. Pero, la inversión cultural en Paita no atrae a los políticos de turno, el apoyo es a otros emprendimientos que difieren mucho del quehacer cultural, y por eso nos cuestionamos el manejo y visión de estas instituciones de cara a su propia comunidad.

    Para acelerar el paso se requiere apoyo, no discursos y palabras floridas, sino apoyo logístico, recursos, impulso. En lo tangible, un centro cultural que pueda congregar a todas las variantes culturales sería un gran logro. Paita con todo su legado histórico no tiene siquiera 50 metros cuadrados dedicados a un museo, ni a un teatro, ni un auditorio decoroso. ¿No es acaso esto una vergüenza? No tiene una biblioteca decente y asequible para lo que nos corresponde como puerto histórico. Imagínate.

    El aporte del artista en crisis, y más allá de ella, es seguir sorprendiéndonos con su arte; sorprendiendo a propios y extraños. No es nada extraño que en épocas de crisis el artista se supera a sí mismo. El literato encuentra espacios mayores para su creatividad; el artista plástico encuentra inspiración en el momento que se vive. Hemos visto artistas en nuestro medio plasmando su arte en las calles, hemos visto surgir cuentistas en las redes, músicos, poetas animando a sus comunidades. El artista debe ser siempre ese aroma que nos haga apetecer más la vida.

    ¿Qué es lo primero que harás cuando todo esto termine, Calidro?

    -Como corresponde, abrazar y besar a mi madre con ganas locas; quién no haría lo mismo, ¿no crees? Lo demás es secundario.

    ¿Crees que hemos aprendido la lección? ¿Cuál es la tuya?

    -Somos el único animal que tropieza con la misma piedra una y otra vez. El aprender la lección será un logro personal más que general. Cada uno debe empezar a construir su nuevo mundo a partir de su propia introspección. Es como la salvación, o, en otras palabras, no me salvaré rezando Avemarías ajenas.
    ¿Como sociedad? Es difícil predecirlo, porque vivimos en el país de lo impredecible, como lo es todo el día a día la política y sus decisiones erráticas; lo único seguro es la muerte y ésta ha estado muy cercana a nosotros estos días.

    ¿Tienes miedo? ¿Cómo lo has manejado?

    -No es que no lo sienta; quizás al ver las primeras imágenes provenientes del Ecuador me impactaron y, por un momento, tuve un flash de la hecatombe que se nos avecinaba, pero después empecé a convivir con ese sentimiento. Me daba más miedo perder un saco con 200 toneladas. Eso si me acojonaba.

    ¿Ha cambiado tu manera de ver la vida?

    -No quisiera regresar a la “vida normal” sin tener la conciencia de que nada va a ser igual. Vamos a estar lidiando con el hecho de estar expuestos de manera permanente; nuestras relaciones interpersonales van a ser más estrictas, no solo por la enfermedad sino por lo que realmente representan: darle valor a quien lo merece y dejar de lado lo que no suma, ¿Que incentivo habrá en perder tu tiempo con alguien que no tiene tu misma escala de valores?
    Dijo un anónimo que yo cuando joven era sobradito. ¡Ahora le puede poner la firma, ¡ja, ja, ja!

    Y solo queda reírse de todo porque al final no es el que ríe de último el que gana, sino el que ríe mejor.

    Author

    • Ricardo Espinoza Rumiche
      Ricardo Espinoza Rumiche

      Nació en Paita, en la cima de un cerro. Ha estudiado en la ex 33 donde iban los más papacitos de su época y en el Colegio San Francisco, porque no había otro. Fue judoca porque quería vengarse del muchacho que le ganaba a su hermano y también basquetbolista, porque nunca aprendió a patear la redonda. Tiene estudios superiores técnicos, pero se le extravió el cartón que lo certifica. Ha sido, entre otras cosas, pescador, camarero, estibador, mototaxista, agente de aduana, pero nunca pasador de franela. Tiene dos novelas publicadas y dos a media caña que no quiere terminar porque no saca ni para el té filtrante con su literatura. Se considera un autodidacta y un “mil oficios”. En el año 2020 publica el primer número de la revista Barlovento, pero el virus y sus amigos que nunca le compran lo obligaron a desistir de una segunda edición. En el 2021 crea este espacio virtual e intenta mostrar un lugar para todo paiteño que desee escribir. Pero nadie desea escribir y casi siempre lo mandan a bañarse. Actualmente prefiere releer sus textos inéditos antes que leer propuestas monses de candidatos monses. Es chancletero por obra divina y sueña con ser abuelo de tres lindas niñas.

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