La poeta en su cena
El local frente al mar se viste de blanco y la poeta ha preparado el espacio para sus invitados. Año tras año ocurre esta venia, me dicen. Es una cena de agradecimiento y que pocos saben el verdadero motivo. Pero se realiza, cada mes de setiembre, en plena novena a la virgen del puerto de Paita. Mechita y yo hemos llegado demasiado temprano a la invitación y hemos pasado de largo, hacia el muelle El Fiscal. Esta parte de Paita es la que más llama la atención a quien visita la bahía; antes, por su historia y belleza arquitectónica; hoy, por su abandono, triste resultado de años de dejadez y de autoridades ineficaces.
Todo está solitario en la calle, ¡qué raro!, como si los pescadores, los comerciantes y la noche misma fuesen testigos y cómplices espirituales de la celebración. No hay luna en el puerto y la oscurana da mucho más brillo al local. Es el Restaurant Bvlass del chef Bozidar Seselja, su hijo.
Hemos sido invitados, mechita y yo por primera vez a la cena, y nos han destinado la mesa de honor al lado de la poeta; es que también es noche de celebración de la palabra. Ana María ha escrito un poema a la virgen y me ha pedido que lo comente. Yo no comento poemas, simplemente, porque no soy crítico ni experto en poesía, pero he aceptado por curiosidad, por hambre y porque siempre tengo sed de buen gusto.
Desde la puerta del muelle, casi escondidos, mechita y yo esperamos que se llene el local. Luego entramos, saludamos y nos asignan nuestros lugares. Mechita me pellizca: “Yo no he venido a lucirme, figureti, no finjas”, me dice casi balbuceando. Lo confieso: mi timidez ha hecho de mí con el tiempo dos personas diferentes, la de siempre y la que asiste a reuniones entre artistas. Hoy ha sido invitado el literato y a mechita no le gusta que yo me convierta en eso. Dice que debo dominar mi parte tímida y ser el mismo hombre en todos los ambientes. Pero no puedo, tengo que separar la paja del trigo y ya estoy viejo para cambiar del todo.
La poeta está radiante y le da la bienvenida a cada uno de sus invitados. Por instantes me siento perdido en el ambiente y miro hacia el muelle, como si buscara mi habitad, “como si no fuera digno de estar en su presencia”
Ella, desde muy niña, revive con el alba y escribe:
Estoy ausente de tu Santo / y me acuerdo de ti, milagrosa virgen / en mis sueños se aparecen imágenes, espumas de mar / brisas cristales de sal / me embargan.
Es que recordar es vivir dos veces y Ana María Álvarez ha decidido volver a sentir esos años, no los días sino esos momentos que han quedado impregnados en ella. Escribe para sentir, para vivir y para no morir en el tiempo.
Nació en Donosti – San Sebastián, País Vasco, España, pero sus primeros recuerdos están en esta tierra norteña.
Siempre sintió la música y el baile como símbolos de libertad, la misma que buscó su padre para su familia y que encontró en esta bahía de Grau y de los hermanos Cárcamo.
“No puedo vivir sin el mar, sin los amigos y sin la curiosidad por el amor”, dice.
Y, aunque estudió en el colegio Santa Úrsula de Sullana, es en Paita donde tiene los mejores recuerdos y donde están las cosas que no quiere perder. Su poesía se caracteriza por la introspección y por la expresión de sus sentimientos.
“A partir de los 11 años, me gustaba enviar a mis amigos cartas y pensamientos, y a mis enamorados les mandaba poesías y frases. Hacía escritos con dedicatorias y las dejaba en mi mesa de noche. Sucedía siempre con el alba, hasta el día de hoy”.
En sus lecturas estuvieron siempre Neruda, Vallejo, Antonio Machado y García Lorca; asimismo Hernández e Isabel Allende, pero, me cuenta, quedó enamorada con el mundo mágico del eterno Gabo.
“Mi padre me recomendó que leyera Romance de la Guardia Civil de Lorca, el primer poema que leí y que me encantó. Creo que así nació mi interés por la poesía”.
Repaso con la mirada a los invitados. La escena es familiar y de confianza y uno que otro invitado foráneo, incluyéndonos. Hay pisco sour y siento que la noche se anima. A mi lado, haciendo su labor de docente, mechita insiste que debo sentarme correctamente, que la posición de mis brazos no son los adecuados y que –“te lo dije”, me dice insistentemente-: debía llegar con blazer. Tiene sus pros y sus contras vivir con una profesora. “No hables más de la cuenta, resume, ve al grano y, sobre todo, no cambies el tono de voz que ya te conozco”, murmura entre dientes.
Los primeros años de la poeta en Paita fueron en la zona de Tierra Colorada, hasta los diecisiete años de edad, pero los fines de semana amanecía en el puerto para disfrutar de la bahía, su gente y sus cines: siempre buscando un nuevo comienzo, siempre guardando un nuevo recuerdo, siempre escribiendo un nuevo verso.
“Jamás tuve vergüenza para expresar mis pensamientos, sentimientos; es más, todo lo he escrito para el escenario y para dirigir. Nunca me escondo y me gusta ser escuchada”, nos dice.
Es que Ana María es también actriz por naturaleza y directora de teatro. En Panamá, donde vivió por muchos años, escribió, actuó y dirigió “El Casorio de la Privadora”, una obra costumbrista que disfrutaron no solo los panameños, sino sus “compatriotas peruanos” porque, a pesar de no haber nacido en el Perú, siempre se consideró de la tierra de los incas, y hasta fue por tres periodos consecutivos la presidenta de la Colonia Peruano – Panameña, asociación civil sin fines de lucro y dedicada al bien social.
“Presenté varias obras en poesía, a mi manera libre del alma: “Energetras”, palabra que creé uniendo Energía y letras”, nos afirma.
Dicen que nada es más difícil, y por tanto más preciado que ser capaz de decidir; y la poeta tenía la idea clara y sus decisiones se volvían mucho más fáciles, pues, antes que esperar ser invitada a un grupo, creó ella misma sus propios espacios de artistas como, Numen en Panamá y Energetras en Piura, agrupaciones donde se mezclaban músicos, actores, actrices y poetas. Lo demás vino solo, gracias al tiempo y su obra:
“Pertenezco al Instituto Nacional de Cultura de Piura, hoy Ministerio de Cultura, como asesora Ad Horonem de actividades artísticas y culturales. Soy curadora y miembro de la asociación de artistas plásticos nacional, Nair y Nap, a la que le di el nombre, que en lengua Tallán significa Sol y Luna, y cuya directora es la artista plástica Juana Castro, asociación a la que pertenecen varios pintores Paiteños. Pertenezco y le di nombre la Asociación Tallapoma de Sol y Luna, dirigida por la periodista Teresa Juárez, asociación que reúne a los artesanos del bajo Piura. El nombre en lengua Tallán significa Mujer. Pertenecí a la semana de identidad cultural del INC dirigida por el antropólogo Doctor Luis Chaparro Frías”, nos cuenta la poeta paiteña, siempre con esa mirada emotiva y esa profunda satisfacción a lo vivido, siempre radiante y segura. La envidio.
Pocos artistas hacen obra social con el producto de su trabajo. Ana María tiene esa particularidad y lo demostró en el año 1983, tiempos de lluvias y desgracias en el puerto. Con la venta de su poemario “Poemas estímulos de vida” obtuvo implementación para el Hospital Las Mercedes de Paita. ¿Se puede tener duda de su compromiso de artista y de ser humano?
La jefa de ceremonia es su hija Miren, tan suelta y segura de sí misma que nadie dudaría que lo que se hereda no se hurta. Me presenta y recibo el micrófono y, antes del saludo correspondiente, siento de soslayo la mirada de mechita. Recuerdo: “ve al grano, figureti, no finjas”. Nunca tengo preparado algo y me he acostumbrado a la improvisación porque -como dijo el Gabo-: “Recordar es fácil solo para el que tiene memoria”, y yo sufro con ello, no la tengo, la he perdido con el tiempo. Estoy seguro que antes de lo que cante el gallo uno de mis brazos tendrá no solo mi nombre tatuado, sino mi documento de identidad clonado en mi piel.
Su poema “Mechita Prodigiosa” es la historia de la virgen de Las Mercedes y eso me llena de profunda nostalgia. Qué paiteño no ha sido criado con amor a ella. Comparo sus versos con mis profundidades más palpitantes, con las diferentes escenas que nos han acompañado año tras año. Es que, afortunadamente, no todo se guarda en la memoria. Para nuestra mechita de Paita hay un espacio profundo en cada corazón de cada paiteño, y yo no soy la excepción a la regla.
Soy novato en el tema, un chancay al lado de ella; es que la española-paiteña-panameña ha tenido presentaciones en el Teatro nacional de Panamá, así como en el Centro de Convenciones ATAPLA Panamá; también en la Casa de la Cultura de Madrid; de igual modo en el Centro cultural Mitxelena en San Sebastián. Y, como si fuera poco, y como para entender la soltura que la caracteriza, en el Teatro Vegas Castillo, en el Anfiteatro de la Universidad Nacional de Piura y en la UDEP; así como en el Teatro Municipal de Piura, Centro Piurano, Country Club Piura, Restaurante, Centro de Entrenamiento Pesquero Paita, Municipalidad de Paita, Plataforma del Club Náutico La Esmeralda de Colan, etc, etc, etc. En serio, no sé qué hago a su lado.
“Mis Energetras me han ayudado, sobre todo, a interaccionar con la Cultura viva de los pueblos. He conocido lugares bellos del mundo a los cuales siempre les mostré, en mis exaltaciones poéticas, la vida y costumbres de mi Puerto de Paita., pues muchas de mis Energetras son inspiradas en las imágenes naturales de este bello paisaje”, nos cuenta la poeta mirando la bahía.
Pero, -y esto lo quiero dejar resaltado- a pesar de tantos años en el puerto, de tanto movimiento en el mundo de la lírica y las artes, y de haber escrito una columna Cultural sobre el caballo Peruano de Paso, en el Diario El Correo, durante tres años, bajo la dirección del paiteño periodista don Miguel Godos Curay, nunca, no, nunca tuvo contacto alguno con asociaciones de artistas locales. “Es algo que me falta como experiencia”, me dice.
“Mi Energetras “Ñarihualac tu tierra es Sagrada” la he recitado varias veces en la cima de la Huaca de Narihualac Piura. Estuve en el Teatro Nacional de Trujillo invitada por el INC y el poeta escritor Miguel Félix Cortés. He llevado, como directora de eventos artísticos, a la Asociación de Criadores de Caballos Peruanos de Paso de Piura, a Lima (Mamacona), donde fui muy aplaudida por mi sensibilidad al Caballo símbolo y estirpe viviente del criollismo Peruano, Embajador Silencioso del Perú”, agrega la poeta y difusora cultural.
No creo haberme emocionado tanto como en esta presentación casi privada. El tema, la fecha y los recuerdos me han dejado inquieto y bebo el segundo sorbo de pisco sour. Mechita me codea: es para el brindis, intuyo, y lo suelto.
La poeta está emocionada, no es su noche, sino la noche que rinde honores a su virgen. Agradece, suspira y declama. El final son unos versos a manera de oración que estremecen a todos:
“Bendita sea tu luz / y la Santa Vera cruz / el Señor de la verdad / y la Santa Trinidad / Bendita sea el alba / y el Señor que nos la manda / Bendito sea el día / y el Señor que nos la envía”
La poesía, como diría Octavio Paz, “debe ser un poco seca para que arda bien”. “Es un artículo de primera necesidad”, dijo Nicanor Parra. Pero, como diría García Lorca, el causante de los inicios de Ana María Álvarez, “la poesía no quiere adeptos, quiere amantes”, y así entendió nuestra poeta, la mujer con energía y letras, quien me agradece la visita y el comentario, sin entender que el agradecido por tanta pasión soy yo, un modesto narrador perdido en un ambiente de poetas y versos, y que brinda con una copa de pisco sour por la lírica, la vida, la pasión y el buen gusto, mientras mechita me pellizca para que no seque la copa.
¡Salud!, les digo, y vuelvo a beber por uno de esos momentos que hoy no podemos repetir, pero que jamás olvidamos.
OBRAS:
“Poemas estímulos de mi vida”
“Canto a la gente de mi Tierra”
“Panamá Tierra de corazón abierto”
“Me lo contó un farol.”
“Energetras”
“Potros y amigos”
“Almanaque 2000 Sobreviviendo” Dedicado al planeta azul La Tierra.
“La voz de Walac”
“La Caballeresa de la Orden del SOL” ( basada en la vida de Manuela Sáenz)
“El Taller Creativo”
“Noche de la Lima de antaño”