Es inconsecuente y hasta vergonzoso cambiar de bando cuando tus ideas han sido en contra del grupo que ahora aceptas. No cualquiera es capaz de hacerlo. Hay que tener una coraza a prueba de todo sabiendo que serás linchado públicamente por ese cambio repentino. Pero así es la chamba de un político.
Los políticos, en teoría, no solo tienen la obligación de verse bonitos en campaña, sino que, también, tienen la responsabilidad ética sobre cada paso que dan en su periodo de gestión. Pero es en teoría porque es política, y no nos engañemos, porque la política es esa chamba que tiene mucho de farándula, de teatro y de ficción, porque todo político tiene de artista que no puede vivir sin las cámaras aun cuando no tenga ni idea de lo actuado.
“Cuando ese político que apoyamos con nuestro voto en algún momento de nuestras vidas para que logre esa chambita tan deseada, pierde la vergüenza, los que siguen obedeciendo y apoyándolo, a pesar de sus incoherencias y malas decisiones, no quedan dudas, es porque han perdido el respeto por sí mismos”
“Los políticos son iguales en todas partes. Prometen construir un puente incluso donde no hay río”, dijo alguna vez un dirigente de la Unión Soviética. Y eso es, precisamente, por lo que muchas personas no desean entrar a ese ambiente, porque hay que mezclarse con un sin número de mentirosos.
En política, en esa chamba que muchos desean, pero que pocos tienen la oportunidad de ser elegidos, si quieres ascender, lamentablemente está comprobado, hay que vacunarse contra la mugre y el descaro. En política hay que colocar la conveniencia personal por delante.
En Paita-, por ejemplo, “la rancia clase política tradicional” -como dice sin ton ni son un adefesiero hasta el aburrimiento- se pasea de un lado para el otro por todos los grupos políticos sin respeto alguno por sí mismos. Los políticos no tienen vergüenza para mentir porque saben que el mundo está lleno de idiotas que les creerán ya sea por idiotas o a cambio de un posible favorcito.
Pero no solo se hace política, se chambea como político, o se es actor político interviniendo directamente en el juego democrático como candidato, sino también opinando sobre la coyuntura, como decenas de comunicadores sociales que cambian de discurso por quién sabe el porqué, o como el grande Mario Vargas Llosa, por ejemplo, que siendo un “dios inmortal de la literatura universal”, también cambió de bando y decidió apoyar a “la hija de un dictador y delincuente”, por citar sus propias palabras, por dizque amor a la economía y a los pobres. ¡Sí Juan!
Los políticos son realmente una raza diferente, y eso no nos debería sorprender. Los políticos son personas capaces de aguantar todos los climas, parar mil balas, fotografiarse con el diablo si es necesario, opinar lo que en ese momento conviene, ya se verá al día siguiente… porque -como dicen en mi tierra-: solo Dios juzga y él sale para todos. Pero, sobre todo, son capaces de escribir ese estado de Facebook que vaya directo al corazón de los sensibles, vanagloriando el esfuerzo que hicieron sus madres por ellos, por ejemplo, y todo cuando sienten que reciben demasiado críticas.
Cuando ese político que apoyamos con nuestro voto en algún momento de nuestras vidas para que logre esa chambita tan deseada, pierde la vergüenza, los que siguen obedeciendo y apoyándolo, a pesar de sus incoherencias y malas decisiones, no quedan dudas, es porque han perdido el respeto por sí mismos.
Es inconsecuente y hasta vergonzoso cambiar de bando cuando tus ideas han sido en contra del grupo que ahora aceptas. Eso lo tengo clarísimo, los políticos también. Pero chamba es chamba.